Guaci y Javi se conocieron en el ayuntamiento. Ambos tenían pareja, pero se convirtieron en buenos amigos hasta el punto de que Javi se casó y Guaci fue de invitada en su boda.
Pasó el tiempo y Guaci rompió con su pareja y Javi se separó de su mujer. Pero el destino, que es caprichoso, hizo que se reencontraran por el mundo nuevamente, pero en esta ocasión, para compartir sus vidas juntos.
De este amor nacieron dos niñas, Gara y Nira, las cuales tenían un hermanito, Héctor, del matrimonio anterior de Javi.
Después de años juntos, decidieron casarse para poder celebrar un día especial con sus familias, con los amigos de cada uno, con los amigos que estos años habían hecho juntos. Compartir ese día tan especial con las personas que quieren y que les quieren.
Por circunstancias de la vida hice las fotos de su boda sin conocerlos a ellos. Hablamos el día antes de la boda para explicarles un poco cómo trabajo yo, y conectamos de inmediato, ya que ellos no son dados a las fotos posadas y a mí tampoco es que me gusten especialmente, prefiero los robados, fotos naturales.
Quedamos a las diez y media en el hotel para empezar con las fotos de Guaci preparándose, pero me gusta llegar siempre un poco antes, y esta ocasión lo requería, ya que no nos conocíamos. Desde el minuto uno todo fue sobre ruedas, nos sentimos muy cómodas ambas.
Con Javi me costó un poco más, no le gustan mucho las fotos, pero en cuanto entraron los niños en la habitación, se dejaron llevar por mí y salieron buenas fotos, muy familiares.
Tengo que agradecer enormemente a ambos por tener unos hijos tan divertidos, que encajaron conmigo sin conocerme de nada y fueron mis cómplices.
Un gran día no sólo para esta maravillosa familia, sino también para mí, porque todos nos sentimos muy cómodos en todo momento y me trataron como si fuera una más de ellos.